Descubre la relevancia de la consagración en la misa: una experiencia espiritual inigualable

La consagración es uno de los momentos más importantes en la celebración de la misa. Durante este ritual, el pan y el vino se convierten en el cuerpo y la sangre de Jesucristo, según la creencia católica. Este acto simbólico representa la presencia real de Cristo en la Eucaristía y es considerado como el centro de la liturgia católica.

Exploraremos en detalle el significado y la importancia de la consagración en la misa. Analizaremos su origen bíblico y cómo se lleva a cabo en la actualidad. También compartiremos testimonios de fieles que han experimentado la consagración como una experiencia espiritual profunda y transformadora. ¡Continúa leyendo para descubrir más sobre esta práctica fundamental en la fe católica!

Índice

Qué es la consagración en la misa y por qué es relevante

La consagración en la misa es uno de los momentos más importantes y significativos para los católicos. Durante este momento, el pan y el vino se transforman en el cuerpo y la sangre de Cristo, lo que conocemos como la Eucaristía. La relevancia de la consagración radica en la creencia de que Jesús está realmente presente en el sacramento y que podemos tener una experiencia espiritual única al recibirlo.

La consagración es llevada a cabo por el sacerdote, quien pronuncia las palabras de la consagración sobre el pan y el vino. Estas palabras, también conocidas como palabras de la institución, fueron pronunciadas por Jesús durante la Última Cena y fueron transmitidas a lo largo de los siglos como parte fundamental de la liturgia católica.

El significado de la consagración va más allá de un simple acto simbólico. Para los católicos, la Eucaristía es el sacramento por excelencia, ya que representa la presencia real de Cristo en la vida de los fieles. Es un momento de encuentro íntimo con Dios, donde se experimenta su amor y se fortalece la comunión con la Iglesia y con los demás creyentes.

La consagración en la misa nos invita a adorar a Dios de una manera especial. Al recibir la Eucaristía, nos unimos a la ofrenda de Jesús en la cruz y participamos en su sacrificio redentor. Esta experiencia mística nos permite acercarnos a Dios de forma tangible y experimentar su cercanía y perdón.

La participación en la consagración es un momento de profunda reverencia y adoración. Los católicos creen que al recibir la Eucaristía, están recibiendo al mismo Cristo y se comprometen a vivir de acuerdo con sus enseñanzas. Es un momento de renovación espiritual y de compromiso con la fe.

La importancia de vivir la consagración en la misa

Vivir la consagración en la misa implica una actitud de apertura y disposición para dejarnos transformar por el amor de Dios. Es una invitación a dejar de lado nuestras preocupaciones cotidianas y entrar en comunión con Jesús presente en la Eucaristía.

Es importante entender que la consagración en la misa no es solo un momento dentro del ritual litúrgico, sino una realidad que trasciende el tiempo y el espacio. Es un encuentro personal y único con Dios, donde podemos experimentar su gracia y recibir su paz.

La consagración nos invita a salir de nuestra comodidad y a comprometernos activamente con nuestra fe. Nos desafía a vivir de acuerdo con los valores del Evangelio y a seguir el ejemplo de Jesús en nuestra vida diaria.

La consagración como fuente de fortaleza espiritual

La consagración en la misa es también una fuente de fortaleza espiritual para enfrentar los desafíos y dificultades de la vida. Al recibir la Eucaristía, nos nutrimos del cuerpo y la sangre de Cristo, quien nos acompaña en nuestro caminar y nos da las fuerzas necesarias para seguir adelante.

La consagración nos ayuda a renovar nuestra fe y a fortalecer nuestra relación con Dios. Nos recuerda que no estamos solos, que tenemos a Jesús presente en nuestra vida y que podemos contar con su amor y su gracia en todo momento.

  • Vivir la consagración en la misa nos invita a ser testigos de nuestro compromiso con la fe.
  • Es importante recordar que la Eucaristía es un regalo gratuito de Dios y que debemos recibirlo con gratitud y humildad.
  • La participación activa en la consagración nos lleva a profundizar nuestra relación con Dios y nos transforma en instrumentos de su amor en el mundo.

La consagración en la misa es un momento de encuentro personal con Dios, donde podemos experimentar su presencia real y recibir su gracia. Es una oportunidad para renovar nuestra fe, fortalecer nuestra relación con Dios y comprometernos activamente con nuestra fe. No hay experiencia espiritual más elevada e inigualable que la vivida en la consagración en la misa.

Cuál es el significado espiritual de la consagración en la misa

La consagración en la misa es un momento sagrado y trascendental para la fe católica. Es el momento en el cual, a través de la oración y la intervención sacerdotal, el pan y el vino se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Esta transformación, conocida como transubstanciación, tiene una profunda relevancia espiritual para los creyentes.

En la liturgia católica, la consagración es el punto central de la Eucaristía, el sacramento más importante de la religión. Durante este momento, el sacerdote pronuncia las palabras de Jesús en la Última Cena: "Tomad y comed todos de él, porque esto es mi Cuerpo... Bebed de él todos, porque esta es mi Sangre" (Mateo 26:26-28). Estas palabras son consideradas las palabras de la consagración, que hacen posible la presencia real de Cristo en la Eucaristía.

La importancia espiritual de la consagración radica en la creencia de que, a través de ella, los fieles pueden tener una comunión íntima con Jesús. En el momento de la consagración, se cree que el Espíritu Santo actúa y realiza la transubstanciación, haciendo presente a Cristo de manera sustancial en el pan y el vino consagrados. De esta forma, los creyentes tienen la oportunidad de recibir al Señor de una manera sacramental y experimentar su amor y gracia de una manera tangible.

La experiencia espiritual de la consagración en la misa es inigualable. Durante este momento, los fieles son invitados a adorar y reverenciar a Jesús presente en el Sacramento del Altar. Se les anima a acercarse con devoción y respeto, reconociendo la presencia real de Cristo y su sacrificio redentor. Para muchos creyentes, la consagración representa un encuentro íntimo con Dios y una oportunidad para renovar su fe y compromiso con él.

La consagración también tiene un aspecto comunitario y eclesial. Al recibir y adorar al Cuerpo y la Sangre de Cristo juntos, los fieles se unen en la comunión de la Iglesia. En este sentido, la consagración no solo es una experiencia espiritual individual, sino que también fortalece los lazos de fraternidad y pertenencia dentro de la comunidad de fe. Es un momento en el cual se celebra y se vive la unidad en Cristo.

A lo largo de la historia de la Iglesia, la consagración ha sido objeto de estudio y reflexión teológica. Los teólogos han profundizado en la naturaleza y el significado de este momento sagrado, buscando comprender mejor la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Asimismo, diversos santos y escritores espirituales han ofrecido enseñanzas y experiencias personales sobre la importancia espiritual de la consagración.

La consagración en la misa es un momento de profunda relevancia espiritual para los católicos. A través de la transubstanciación, el pan y el vino se transforman en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, permitiendo a los creyentes tener un encuentro sacramental con Jesús. Esta experiencia espiritual única, tanto individual como comunitaria, es una oportunidad para adorar, recibir y renovar la fe en Dios.

Cómo afecta la consagración la experiencia espiritual de los fieles durante la misa

La consagración en la misa es un momento de gran relevancia e importancia para los fieles. Durante este acto litúrgico, el pan y el vino se transforman en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, lo que representa el sacrificio de Jesús en la cruz por nuestra redención.

La experiencia espiritual que se vive durante la consagración es verdaderamente inigualable. Es un momento de profunda conexión con lo divino, en el cual los creyentes se sienten más cerca de Dios. La consagración nos permite entrar en comunión con Cristo de una manera única y nos invita a reflexionar sobre nuestro propio compromiso con la fe.

El lenguaje utilizado durante la consagración es muy significativo y simbólico. Las palabras del sacerdote, pronunciadas con reverencia y solemnidad, son clave en este proceso transformativo. A través de la invocación del Espíritu Santo y de las palabras de Jesús en la Última Cena, se produce el milagro de la transubstanciación.

La consagración nos invita a participar activamente en la celebración eucarística y a abrir nuestros corazones a la gracia de Dios. Nos recuerda que somos parte de la comunidad de creyentes y nos llama a vivir una vida coherente con los valores del Evangelio.

El impacto de la consagración en la vida de los fieles

La consagración en la misa tiene un profundo impacto en la vida de los fieles. A través de este acto sagrado, somos invitados a renovar nuestra fe y a fortalecer nuestro vínculo con Dios. La experiencia espiritual que se experimenta durante la consagración puede tener efectos duraderos en nuestra vida cotidiana.

Uno de los principales impactos de la consagración es la transformación interior que experimentamos. Al recibir el Cuerpo y la Sangre de Cristo, somos alimentados espiritualmente y fortalecidos en nuestra relación con Dios. Esto nos anima a vivir de una manera más ferviente y comprometida con nuestra fe.

Además, la consagración nos invita a la unión con la comunidad de creyentes. Durante la misa, todos los fieles presentes participan del mismo acto litúrgico y reciben el mismo alimento espiritual. Esta comunión entre los creyentes nos ayuda a sentirnos más unidos como Iglesia y nos impulsa a trabajar juntos por un mundo mejor.

Otro impacto significativo de la consagración es la conexión con la tradición y la historia de la Iglesia. Este acto litúrgico ha sido celebrado durante siglos y ha sido transmitido de generación en generación. Participar en la consagración nos conecta con nuestros antepasados en la fe y nos permite ser parte de algo más grande que nosotros mismos.

La consagración en la misa es una experiencia espiritual única y de gran relevancia para los fieles. A través de este acto sagrado, nos acercamos a Dios, renovamos nuestra fe y fortalecemos nuestra relación con Él. La consagración tiene un impacto profundo en nuestra vida diaria y nos invita a vivir de acuerdo con los valores del Evangelio.

Qué importancia tiene la presencia real de Jesús en la eucaristía durante la consagración

La consagración en la misa es un momento de gran relevancia y significado para los creyentes católicos. Durante este momento, se hace presente de manera real y substancial el cuerpo y la sangre de Jesús en la forma del pan y el vino. Esta presencia real de Cristo, conocida como la "presencia eucarística", es uno de los pilares fundamentales de la fe católica y una experiencia espiritual inigualable para los fieles.

La importancia de la presencia real de Jesús en la eucaristía durante la consagración radica en su conexión directa con el sacrificio redentor de Cristo en la cruz. La Iglesia enseña que durante la Última Cena, Jesús instituyó el sacramento de la Eucaristía al tomar el pan y el vino, pronunciar las palabras de consagración y ofrecerse a sí mismo como alimento espiritual para sus seguidores. En la consagración, el sacerdote, actuando en persona Christi (en la persona de Cristo), repite las mismas palabras y realiza el mismo gesto de Cristo, convirtiendo el pan y el vino en el cuerpo y la sangre de Cristo.

Desde el punto de vista teológico, la presencia real de Jesús en la eucaristía nos recuerda la cercanía y el amor de Dios hacia su pueblo. Nos permite tener un encuentro íntimo con Cristo vivo y fortalece nuestra comunión con la Iglesia y con nuestros hermanos y hermanas en la fe. La eucaristía es considerada el "sacramento de la caridad" porque nos une en un solo cuerpo, el cuerpo de Cristo, y nos alimenta espiritualmente para llevar una vida cristiana plena.

Además de su importancia teológica, la presencia real de Jesús en la eucaristía tiene también un impacto profundo en nuestra vida espiritual. Al recibir a Cristo sacramentalmente, somos transformados interiormente y nos abrimos a su gracia santificadora. Esta experiencia de comunión con Dios nos llena de paz, alegría y consuelo. Nos ayuda a fortalecer nuestra fe, a renovar nuestro compromiso como discípulos de Cristo y a vivir en conformidad con su enseñanza y ejemplo.

Es importante destacar que la presencia real de Jesús en la eucaristía no debe entenderse de manera meramente simbólica o figurativa. Según la doctrina católica, el pan y el vino consagrados durante la misa son verdaderamente el cuerpo y la sangre de Cristo, aunque sigan manteniendo las apariencias externas de pan y vino. Este misterio de fe, conocido como la transubstanciación, desafía nuestra comprensión humana y nos invita a confiar en la palabra de Cristo y en la acción del Espíritu Santo que realiza este acto divino.

La consagración en la misa y la presencia real de Jesús en la eucaristía son aspectos fundamentales de la fe católica. Estos nos brindan una experiencia espiritual única y nos permiten entrar en comunión íntima con nuestro Señor. Al participar activamente en la misa y recibir con fe el cuerpo y la sangre de Cristo, renovamos nuestra alianza con Dios, fortalecemos nuestra vida espiritual y nos abrimos a su amor y gracia transformadora.

Cuál es el papel del sacerdote en la consagración de la misa

La consagración en la misa es un momento crucial que tiene una gran relevancia para los creyentes católicos. En ese momento, el pan y el vino se convierten en el cuerpo y la sangre de Cristo, según la doctrina de la transubstanciación. Pero, ¿cuál es el papel del sacerdote en este proceso?

El sacerdote desempeña un papel fundamental en la consagración de la misa. Es quien actúa en persona Christi, es decir, en la persona de Cristo. A través de su ordenación sacerdotal, ha recibido el poder de actuar como mediador entre Dios y los hombres, y es el instrumento mediante el cual se realiza la transformación del pan y el vino en el cuerpo y la sangre de Cristo.

Para llevar a cabo esta acción sagrada, el sacerdote sigue una secuencia precisa de ritos y oraciones establecidos por la Iglesia. Primero, toma el pan y el vino, que han sido preparados y presentados por los fieles como ofrendas de gratitud y sacrificio. A continuación, pronuncia las palabras de la consagración, que son las mismas palabras que Jesús pronunció en la Última Cena: "Tomad y comed todos de él, porque esto es mi Cuerpo . Tomad y bebed todos de él, porque esta es la copa de mi Sangre". Estas palabras, conocidas como las palabras de la institución, son el momento culminante de la consagración.

En ese mismo instante, por la acción del Espíritu Santo y a través de las palabras del sacerdote, el pan y el vino se convierten en el cuerpo y la sangre de Cristo. Aunque los elementos físicos sigan pareciendo pan y vino, su realidad espiritual ha sido transformada. Esta transformación no se puede percibir con los sentidos humanos, sino a través de los ojos de la fe.

Es importante destacar que el sacerdote tiene un papel único en la consagración, ya que es el único que tiene la autoridad para llevar a cabo este acto sagrado. Su ordenación le confiere el poder sacramental de realizar el sacrificio de la misa y ofrecerlo a Dios en nombre de la comunidad de fieles.

La consagración en la misa tiene un significado profundo para los católicos, ya que en ella se hace presente nuevamente el sacrificio de Cristo en la cruz. Es un momento de comunión íntima con Jesús, en el cual los fieles participan del misterio de su amor redentor y se unen más estrechamente a Él. La consagración es un regalo inigualable de Dios a su Iglesia, una experiencia espiritual que nos invita a renovar nuestra fe y nuestro compromiso de seguir a Cristo.

Cómo podemos prepararnos mejor para experimentar la consagración en la misa

La consagración en la misa es considerada por muchos creyentes como uno de los momentos más significativos y sagrados de la celebración eucarística. Es el momento en el que el pan y el vino se convierten en el cuerpo y la sangre de Cristo, y representa la presencia real de Jesús en la Eucaristía.

Para poder experimentar de manera más profunda y significativa este momento tan importante, es fundamental prepararnos adecuadamente. A continuación, te ofrecemos algunas sugerencias que te ayudarán a entrar en un estado de mayor disposición y conexión espiritual durante la consagración en la misa.

1. Cultivar una actitud de adoración y reverencia

Antes de participar en la misa, tómate un momento para centrarte y recordar la magnitud y trascendencia del acto de consagrar el pan y el vino. Reconoce la presencia de Dios en la Eucaristía y acércate a Él con humildad y reverencia. Puedes hacer una breve oración o simplemente cerrar los ojos y respirar profundamente para calmar tu mente y enfocar tu atención en lo divino.

2. Estudiar y meditar sobre el significado de la consagración

Para poder apreciar plenamente el valor y la importancia de la consagración en la misa, es recomendable dedicar tiempo a estudiar y meditar sobre el misterio de la presencia real de Jesús en la Eucaristía. Lee las enseñanzas de la Iglesia Católica al respecto, busca libros o recursos que profundicen en este tema y reflexiona sobre la magnitud del regalo que se nos ofrece en cada celebración eucarística.

3. Participar activamente en la liturgia de la misa

La consagración no puede ser comprendida ni experimentada plenamente si no participamos activamente en la liturgia de la misa en su conjunto. Presta atención a las lecturas bíblicas, escucha con atención las palabras del sacerdote durante la homilía y participa en los cantos y oraciones de la comunidad. Al hacerlo, te estarás sumergiendo en el contexto sagrado que rodea a la consagración y preparando tu corazón para vivir ese momento de manera más profunda.

4. Buscar momentos de silencio y recogimiento personal

El ruido y la agitación del mundo puede dificultar nuestra capacidad de conectar con lo divino durante la consagración. Trata de encontrar momentos de silencio y recogimiento personal antes, durante y después de la misa. Puedes utilizar esos momentos para meditar, rezar o simplemente estar en presencia de Dios. El silencio interior nos ayuda a enfocar nuestra mente y abrir nuestro corazón a la acción de Dios en nuestras vidas.

La consagración en la misa es una experiencia espiritual inigualable que requiere de nuestra disposición y apertura para poder ser plenamente experimentada. Al prepararnos adecuadamente y cultivar una actitud de adoración y reverencia, podemos ampliar nuestra comprensión y vivencia de este misterio tan profundo. Participar activamente en la liturgia y buscar momentos de silencio y recogimiento personal nos ayudarán a abrirnos a la presencia real de Jesús en la Eucaristía. ¡Que cada consagración sea una oportunidad para acercarnos más a Dios!

Qué cambios deberíamos notar en nuestra vida espiritual después de participar en una misa con una profunda experiencia de consagración

La consagración es uno de los momentos más importantes y significativos de la misa. Durante este momento, el pan y el vino se convierten en el cuerpo y la sangre de Cristo, a través de la acción del sacerdote que pronuncia las palabras de consagración. Este acto sagrado tiene una profunda relevancia en nuestra vida espiritual y debe ser vivido como una experiencia única e inigualable.

Una vez que hemos participado en una misa con una verdadera experiencia de consagración, deberíamos notar cambios significativos en nuestro interior, así como también en nuestras acciones y actitudes hacia los demás y hacia Dios. Estos cambios pueden variar dependiendo de cada persona, pero a continuación, mencionaremos algunas transformaciones comunes que podríamos esperar:

1. Mayor intimidad con Dios

La experiencia de la consagración nos acerca de una manera muy especial a la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Al participar activamente de este momento, abriendo nuestro corazón y mente para recibirlo, experimentamos una mayor cercanía y comunión con nuestro Señor. Sentimos su amor, su paz y su presencia en nuestro interior, lo cual fortalece nuestra relación personal con Él y nos lleva a buscar momentos de oración y adoración fuera de la misa.

2. Transformación interior

La consagración es un encuentro con el amor infinito de Cristo. Al recibirle en la Eucaristía, permitimos que Él entre en lo más profundo de nuestro ser, transformando nuestros pensamientos, deseos y actitudes. Esta experiencia de encuentro íntimo con Cristo tiene el poder de cambiar nuestra vida, llevándonos a abandonar el pecado, a perdonar y a amar de una manera más auténtica y desinteresada.

3. Fortaleza para enfrentar las dificultades

Al participar en una misa con una experiencia profunda de consagración, recibimos la gracia y fortaleza necesaria para hacer frente a los desafíos y dificultades que encontramos en nuestro camino. La Eucaristía nos llena de la presencia de Cristo, quien es nuestro apoyo y guía en todo momento. Nos sentimos fortalecidos y animados por Él, y adquirimos una mayor confianza en su amor y su poder para superar cualquier obstáculo o prueba.

4. Mayor compromiso hacia los demás

La experiencia de la consagración en la misa también nos lleva a reconocer la presencia de Cristo en nuestros hermanos y hermanas. Nos ayuda a valorar y respetar la dignidad de cada persona, y nos impulsa a ser instrumentos de su amor y misericordia en el mundo. Sentimos el llamado a servir a los demás de manera generosa y desinteresada, imitando el ejemplo de Cristo que se entregó por nosotros en la cruz.

5. Deseo de vivir una vida sacramental plena

La consagración en la misa nos abre las puertas a la gracia sacramental. Después de experimentar este momento sagrado, sentimos un profundo anhelo de recibir los demás sacramentos, especialmente el sacramento de la reconciliación y la confirmación. Deseamos crecer en nuestra vida cristiana y vivir plenamente nuestra identidad como hijos de Dios, participando activamente en la vida sacramental de la Iglesia.

La participación en una misa con una profunda experiencia de consagración debería generar cambios significativos en nuestra vida espiritual. La cercanía con Dios, la transformación interior, la fortaleza para enfrentar las dificultades, el compromiso hacia los demás y el deseo de vivir una vida sacramental plena son algunos de los frutos que podremos cosechar al vivir intensamente este momento tan especial en la celebración eucarística.

Cómo podemos profundizar nuestra comprensión de la consagración en la misa a lo largo de nuestras vidas

La consagración en la misa es un momento de gran importancia para los católicos, ya que es durante este momento cuando el pan y el vino se convierten en el cuerpo y la sangre de Cristo. Aunque este misterio sagrado ha sido objeto de estudio y reflexión durante siglos, todavía hay mucho que podemos aprender y experimentar en relación con la consagración en la misa.

Una forma de profundizar nuestra comprensión de la consagración en la misa es a través de la participación activa y consciente en la liturgia. Durante la misa, podemos centrar nuestra atención en las palabras del sacerdote y en el acto mismo de la transformación del pan y el vino. Al hacerlo, podemos abrir nuestros corazones y mentes a la gracia divina que se nos ofrece en este momento tan especial. Al estar plenamente presentes en el momento de la consagración, podemos experimentar una mayor cercanía con Cristo y una profunda conexión espiritual.

Otra forma de profundizar nuestra comprensión de la consagración en la misa es a través del estudio y la reflexión. Podemos leer e investigar más sobre la teología de la Eucaristía y la doctrina de la transubstanciación. Al hacerlo, podemos adquirir un conocimiento más profundo de este sacramento sagrado y aumentar nuestra fe en la presencia real de Cristo en la Eucaristía. También podemos buscar recursos como libros, artículos y conferencias que proporcionen una visión más amplia sobre la consagración en la misa y cómo vivir esta experiencia espiritual inigualable.

Además del estudio y la reflexión, también podemos profundizar nuestra comprensión de la consagración en la misa a través de la oración. Al acercarnos a Dios con humildad y sinceridad, podemos pedirle que nos revele más sobre este misterio sagrado y que nos dé la gracia para experimentar plenamente su presencia en la Eucaristía. Podemos pedirle al Espíritu Santo que abra nuestros corazones y nos ayude a recibir a Cristo con una fe renovada y un amor profundo en cada celebración de la misa.

Finalmente, una forma muy efectiva de profundizar nuestra comprensión de la consagración en la misa es participando en retiros espirituales y peregrinaciones. Estas experiencias nos brindan la oportunidad de desconectarnos de las distracciones de la vida diaria y sumergirnos en un ambiente de recogimiento y reflexión. Durante estos momentos de retiro y peregrinación, podemos dedicar más tiempo a la oración, la meditación y la adoración, lo que nos permite experimentar de forma más profunda y personal la importancia de la consagración en la misa.

Hay muchas maneras en las que podemos profundizar nuestra comprensión de la consagración en la misa. Ya sea a través de la participación activa en la liturgia, el estudio y la reflexión, la oración o la participación en retiros y peregrinaciones, cada uno de nosotros tiene la capacidad de experimentar de manera única la relevancia de la consagración en la misa como una experiencia espiritual inigualable.

La consagración en la misa es el momento en el que el pan y el vino se convierten en el cuerpo y la sangre de Cristo según la creencia católica.

La consagración en la misa es importante porque es el momento en el que los fieles creen que realmente están recibiendo a Cristo en la Eucaristía, fortaleciendo así su fe y su relación con Dios.

La consagración en la misa ocurre después de la preparación del altar y la epíclesis, cuando el sacerdote pronuncia las palabras de Jesús en la Última Cena: "Esto es mi cuerpo" y "Esta es mi sangre".

Solo un sacerdote ordenado puede realizar la consagración en la misa, ya que tiene el poder de celebrar el sacramento de la Eucaristía.

Durante la consagración en la misa, el pan y el vino se transforman en el cuerpo y la sangre de Cristo de manera sacramental, aunque siguen manteniendo su apariencia de pan y vino.

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